Sobre un pueblo de la región de Guilder recaía un silencio sepulcral que fue roto por una desbandada de pájaros –gigantescas y hermosas aves, sus plumas, de tonos diferentes de dorado y rojo adornaban su majestuoso cuerpo– que salían volando de una de las llanuras cercanas al pueblo, espantadas por un terrible rugido, capaz de dar miedo a toda criatura viviente.
En ese mismo instante, cerca pero al mismo tiempo lejos de aquel lugar, una repentina lluvia tomó desprevenido al joven que se dirigía hacia una de las casas, exactamente la que se encontraba a lado de la suya. Tons era bastante alto, tenía un cuerpo esbelto, cabello corto y rubio, y sus ojos de un verde brillante.
Él corrió hacia la puerta de la casa, rompiendo con sus apresurados pasos las charcas que la lluvia recién había creado; llamó al timbre y una chica le abrió la puerta; guardaba un gran parecido a él, excepto por sus facciones delicadas y el largo cabello –también rubio- cayendo en cascada por su espalda.
—Prima, ¿está tu hermana? — preguntó Tons a la chica, parecía tener cara de preocupación.
—Claro, pasa… pasa—la chica señalo el pasillo— también esta Ilydan.
Tons y su prima entraron a través del pasillo a un pequeño salón, había una chimenea delante de un sofá y dos sillones.
— ¿Primo, que haces aquí? — preguntó inmediatamente una chica pelirroja que estaba sentada en uno de los sillones.
— Lexian… — miró a la chica que estaba sentada en el sillón— Megan…. — y esta vez sus ojos se posaron en la chica rubia— necesito hablar… últimamente me siento desplazado de este lugar, como si no perteneciera a este sitio. —Tons echó una rápida mirada a la sala— un temor ha estado creciendo en mí, tengo miedo de que todo lo que he vivido no me haya servido para nada.
Su voz semi-tranquila se obligaba por ocultar la desesperación atronadora que desbordaba su alma y se reflejaba en sus ojos.
—Te entiendo. —Dijo Lexian sin apartar la mirada de la chimenea —Ese mismo temor ha estado creciendo en mí y en mi hermana— Miró a Megan— luego, están esas dichosas visiones.
— Si… — Suspiró Tons— las visiones.
El chico se levantó del sofá, se dirigió hacia la ventana más cercana y su vista se perdió en el fondo de la oscuridad nocturna y en la frenética lluvia.
— El otro día —continuó sumiéndose en sus pensamientos— me asomé un momento al balcón… cuando quise darme cuenta, me encontraba en medio de un patio de piedra, en el cual me dirigía a pie, a un muro que me llegaba por la cintura, esta especie de barandilla daba paso a dos mares de hombres que entrechocaban entre si, uno negro y otro blanco, presenciaba una batalla media, hombres armados con espadas, hachas y escudos luchaban entre ellos— observó a sus primas— sin previo aviso, de la nada salió una flecha, volaba directa hacia mi… pero antes de que la flecha diese en el blanco volvía a estar en el balcón de mi casa.
—Ese patio… según lo describes, es el mismo patio de nuestras visiones…
—En ese patio hemos estado todos— interrumpió Megan a su hermana.
—Algo raro nos va a pasar—comentó un chico que había estado escuchando en silencio toda la conversación.
Tons, Lexian y Megan se volvieron a él en cuanto escucharon su voz. Este era un poco más bajo que Tons, de cuerpo flacucho, tenía ojos marrones y el negro cabello ondulado.
—Ilydan— saludó Tons como si apenas se diera cuenta de su presencia.
Ilydan le devolvió el saludo con un asentimiento de su cabeza.
Dos casas mas arriba, en el umbral de la puerta, un chico de cuerpo forzudo, esperaba, mirando hacia el interior de la casa.
—Agul date prisa o llegaremos tarde— por el tono de voz que le llamaba se notaba que llevaba un buen rato esperando.
—Ya voy, Máx— respondió Agul bajando por las escaleras que subían a la casa.
Agulandio, era muy diferente a su amigo pese a tener el mismo cuerpo forzudo, él era mas alto y su cabello largo y pelirrojo lograban contrastar con el negro azabache de Máx.
— venga vamos, Máx
Empezaron a caminar calle abajo por Graymo Gres.
Entonces algo extraño pasó; en un abrir y cerrar de ojos, Graymo Gres desapareció siendo sustituida por aquel patio de piedra, confundidos, miraron a su alrededor y se percataron de que no estaban solos, otras diez personas los acompañaban, esperaban en posición de ataque a que la doble puerta que tenían enfrente fuera derribada, pero, al igual que en las otras visiones, cuando la doble puerta era derribada, volvieron a la realidad y la calle volvió ante sus ojos.
Los dos chicos se miraron a los ojos y prosiguieron su camino como si no hubiese pasado nada.
—Han tocado a la puerta— dijo Lexian a su primo haciéndole una señal para que fuese a abrirla.
Tons se dirigió a la puerta para abrirla, al otro lado había dos mujeres; una de ellas era de estatura media y delgada, tenía el pelo largo y pelirrojo y los ojos azules, aquella era Alejandra o Alex, como solían llamarla. Mientras que la otra chica casi llegaba a la altura de Tons, era hermosa, sus cabellos largos y dorados parecían propios de un ángel y sus ojos verde esmeralda eran tan profundos que podría ser fácil perderse en sus encantos.
—Anaila… — titubeó Tons quedándose sin palabras.
Cuando pudo reaccionar de forma decente las invitó a pasar. Tons no pudo evitar dejar de mirar a Anaila, con la mirada perdida.
— Te gusta ¿no? — le preguntó Ilydan.
Tons le puso una mano en el hombro y dijo en voz baja con un profundo lamento:
— Demasiado.
Cuando ya estaban todos reunidos en la casa de las dos hermanas, Máx y Agul -al igual que cada vez que uno tenia una nueva visión se lo contaba a los demás- empezaron a relatar lo sucedido en su camino al encuentro de aquella noche.
Pero no se habían reunido allí para hablar de eso.
Tons sacó de su bolsillo un papel plegado en forma de sobre cerrado por un sello de caucho rojo. Y todos tenían una igual en sus manos. La carta no tenia remite, ni dirección, ni ninguna otra escritura excepto el nombre del destinatario, que en ese caso era:Aquel nombre estaba escrito con tinta verde esmeralda y una caligrafía antigua y perfecta. Lo único que se diferenciaba en las cartas era su nombre de pila escrito en el centro por la misma persona.
Tons rasgó el sello de caucho rojo y desdobló el papel; su contenido estaba escrito con aquella misma caligrafía antigua y esa tinta tan singular, miró a sus compañeros y leyó en voz alta.
Señor Linz:
¿Busca respuesta a esas visiones?
Grandes acontecimientos están por llegar mi señor y vos estáis metidos en ellos.
Las respuestas que busca están en el pueblo de un valle oculto, y solo un autobús llega a ese valle, ven y encuentra respuesta a todas esas preguntas que a vos os atormentan, si aceptáis, mi señor, tomad ese autobús o si preferís quedaros allí buscando respuestas a unas preguntas que no podéis responder.
Mi señor, solo de esta forma se acabaran las visiones.
Atentamente:
Chas Croy.
Se pasaron las cartas los unos a los otros y notaron que en todas ponía exactamente lo mismo, cambiando solo el destinatario.
— ¿Cómo sabe lo de las visiones? —pregunto Alex perplégica.
—Nos vigilan— le respondió Tons mientras se levantaba—hace tiempo que lo hacen.
— sí, pero no es esa, la cuestión, es si creernos todo esto— apuntó Ilydan
—Creo que no deberíamos…
—Si— objetó Tons interrumpiendo a Agul— algo me dice que para hallar las respuesta, tendremos que partir he ir a aquel lugar.
Él no sabia lo que era, pero algo lo impulsaba a ir, se o decía el corazón.
—Estoy con él—saltó Ilydan señalando con la cabeza a Tons—los Boax perdieron algo en el pasado y nosotros lo recuperaremos.
—Entonces decidido— dijo Anaila levantándose— ¿cuándo nos vamos? —preguntó ella impaciente.
Lexian miró su carta por todas partes, pero no encontró lo que buscaba
— Pues… no lo dice—pareció despreocupada.
Entonces un jaleo se montó en la casa, todos hablaban en contra y a favor de ir, de si confiar o desconfiar, el único que no que no participaba en esa especie de discusión era Máx. El chico miraba a la puerta con desconfianza, le había parecido escuchar un ruido, había alguien afuera de la casa, sin duda.
Máx no se equivocaba pues acto seguido llamaron a la puerta. La discusión cesó inmediatamente y Máx se levantó a abrir; allá afuera había un hombre alto y moreno vestido con el uniforme típico de un piloto de avión y un gorro antiguo de un maquinista de tren a vapor.
El hombre cogió a Máx y lo sacó a empujones de la casa, el resto de los Boax le siguieron.
— ¡vamos… vamos… esta a punto de llegar!— les gritaba el maquinista.
La pandilla siguió al hombre hasta el mismísimo asfalto de la calle principal, en seguida el hombre se puso a mirar a ambos lados de la calle.
— ¿Quién va a venir? —preguntó Ilydan mirando también a ambos lados de la calle.
— El autobús que llega al valle— contestó el hombre sin dejar de mirar a ambos lados de la calle— humm… se retrasa…
— ¿¡tan pronto!?— Saltó Alex sorprendida— pero sin equipaje ni nada.
— Ah… no os preocupéis de vuestro equipaje, cuando lleguéis ya estarán las cosas que necesitéis— el hombre no apartaba la vista de los dos lados de la calle— por cierto no me he presentado, me llamo Nudal.
Tons se dio me día vuelta y dijo gritando:
— ¡Vuelvo en cinco minutos!—
Salió corriendo hacia su casa.
Tal como había dicho a los cinco minutos regresó, Ilydan se reunió con el y se pusieron a hablar; mientras tanto Nudal se quedo mirando a la derecha de la calle con emoción.
—Ya están aquí.
Los Boax al oírlo decir eso miraron en la misma dirección que Nudal, pero no vieron venir a nada ni a nadie; fue pocos minutos después cuando lograron ver un viejo autobús medio echo polvo apareciendo por una curva que daba a la calle que ellos estaban; despacio y con un fuerte traqueteo avanzó por la calle hasta pararse frente a ellos, Nudal subió en seguida y se apostó en la entrada del autobús
Nudal miro a los ocho componentes de la pandilla, los Boax.
—bien… ¿quién viene? — Preguntó a todos con un dejo de misterio en su voz— a partir de aquí no habrá marcha atrás.
— Yo, yo voy— dijo Tons decididamente— mi corazón me impulsa a ir, el me lo ordena.
—Yo te seguiré hasta la muerte, amigo mío— dijo Ilydan acercándose a Tons.
—yo, voy —dijeron los todos menos Agul.
Los demás lo observaron minuciosamente, sorprendidos.
Agul soltó una carcajada.
— Y yo os acompañare—dijo chocando la mano con Máx— no dejare que corráis una aventura sin mi.
Los ocho subieron al autobús, una moqueta gris cubría el suelo, había unas cuantas mesas junto a las paredes, y a sus lados había dos pares de asientos de terciopelo mirando a sus respectivas mesas, los Boax se sentaron alrededor estas mesas y sin previo aviso el autobús inició una lenta marcha; dentro del cacharro el traqueteo ni siquiera se notaba, así que el viaje no sería tan molesto a pesar de que no estaban había mas gente allí.
Nudal se reunió al final del autobús con una chica que llevaba el mismo “supuesto” uniforme que él y el conductor.
El viaje sería largo… y ahí en los cómodos sillones los Boax se quedaron dormidos mientras iniciaban una nueva aventura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario